“[…] Los delincuentes desorganizados tienden a aislarse, a
apartarse casi por completo de la sociedad. Mientras muchos asesinos
organizados son sujetos atractivos, extrovertidos y sociables, los
desorganizados son absolutamente incapaces de relacionarse con los demás. Así
pues, el asesino desorganizado no suele convivir con una pareja y lo más
probable es que ni siquiera tenga un compañero de piso. […] Nadie es capaz de
soportar el temperamento de un delincuente desorganizado, que se convierte en un
ser esquivo y solitario.”
RESSLER, R.K y SHACHTMAN, T. Asesinos en serie. Círculo de Lectores, Barcelona, 2012, p. 164.