14 de septiembre de 2012

Zeitgeist (I)


Cada vez estoy más convencido que, en nuestro tiempo, los adultos tendemos a comportarnos como una panda de preadolescentes egoístas que no ve más allá de sus preocupaciones pueriles, cuyos vínculos afectivos solo se basan en el comercio de dar y recibir, incapaz de distinguir los grises en un mundo que percibimos en blanco y negro y que, cada dos por tres, invierte la polaridad haciéndonos afirmar con ardor lo que antes negábamos con vehemencia.

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