17 de septiembre de 2010

Verdaderamente…

    En la nueva cosmogonía cuántica se proyecta sobre la pirómana posmodernidad un halo de sinrazón atribuido a la caída de los grandes discursos, que no es sino un no sé qué de no sé cuánto, nunca sin razón aparente, o no.
    En otros términos: dentro de la novedosa teoría sobre el origen planckiano del universo se cierne encima de la incendiaria sucesora de la modernidad un espectro de nonsense vinculado al derrumbe de los mitos capitales, y vaya a saber uno qué significa todo el resto.

    Ejemplo de todo ello, es la desafiante máxima del filósofo Vladimiro Marrón, que con petulante arrogancia se atreve a proclamar: “La verdad está sobrevalorada.
    ¿Qué pretende afirmar en esta sentencia? ¿Acaso que la Verdad, esa luz que ilumina la senda de los sabios, no es más que un fósforo miserable de la marca Fragata o Los Tres Patitos? ¿Eh?
    Su colega, protector, cómplice y encubridor, Juan Pedro Soco Urtizberea, justifica a su pupilo con argumentos que conviene citar textualmente, sobre todo para llenar más páginas en este informe:

“La verdad, ¿qué es la verdad?, preguntaba Poncio Pilato. Todavía no le contestaron. Lo que nos lleva a otra cuestión: ¿por qué nadie respondió? Quizás porque nadie lo sabe, o quizás porque es tan evidente (para todos, menos para Pilato) que no hace falta decirlo. Hay mucha gente que invoca a la verdad como a un espectro, o que la busca como a un tesoro perdido, o que habla de verdades en plural. En resumidas cuentas, se dice mucho sobre la verdad, pero poco sobre aquello en lo que consiste.
”Los policías de televisión se obsesionan con la verdad antes que con la justicia. A veces persiguen criminales que ya han restituido el daño a sus víctimas y que han hecho las paces con el mundo; y los capturan y los interrogan y los encierran en nombre de la verdad. O de la Verdad.
”Pero eso no es todo. Hay científicos que perdieron el tiempo buscando la verdad en un polígrafo; hay filósofos que perdieron la razón intentando averiguar la verdad sobre la verdad; y hay religiosos que perdieron la fe al descubrir que la verdad revelada no estaba entre las fotos del campamento cristiano del verano pasado.
”Por eso, Vladimiro Marrón ha llegado a una conclusión tan simple y brillante como desoladora: la verdad no vale el esfuerzo. Se sacrifican tantas cosas por la verdad y resulta que es una malagradecida.
”Para Marrón, la verdad entra en esa categoría de cosas que se agigantan con la ignorancia, como las misteriosas tierras allende la mar; o como esa mujer enigmática e intocable; o como aquel objeto que nos falta para completar una colección. Cuesta alcanzarlas, y el camino hacia aquellas cosas es arduo y tortuoso, plagado de peligros, incluso oneroso. Pero, por sobre todas las cosas, es decepcionante. Porque cuando por fin ponemos un pie sobre el terreno, o abrazamos a la mujer o conseguimos la última pieza, solemos preguntarnos: ¿tanto lío para esto?”

    Nosotros creemos que en la explicación anterior se oye más la voz desconsolada de Soco Urtizberea, antes que la desfachatez del señor Marrón. Es más probable que Soco Urtizberea estuviese atravesando por un momento bajo en su vida personal, a que Vladimiro Marrón hubiese elaborado semejante reflexión en torno a la verdad. Y es más probable aún que Soco Urtizberea haya añadido apreciaciones de su propia cosecha, influidas por un desengaño, a que una vaca motorizada volara con sus alas propias hasta la Quebrada de Humahuaca para cursar la educación primaria.
    Por ello y por lo tanto (y por ende), nos atrevemos a sugerir otras interpretaciones alternativas al espíritu de época que trasluce la frase marroniana.
    Según una perspectiva marxista, Marrón habría querido decir que al cálculo de tiempo socialmente necesario para producir la verdad le sobran unas cuantas horas.
    Según una perspectiva simbólica, Marrón habría dicho algo como “V>v.”
    Según una perspectiva televisiva, la frase de Marrón autoriza a crear realities con actores y guiones preestablecidos, así como informativos con noticias falsas o creadas ad hoc.
    Según una perspectiva ludópata, a Marrón le gustaba más el truco que el desconfío.
    Según una perspectiva realista, Marrón sería partidario de la tesis según la cual “la única verdad es la realidad.”
    Finalmente, según una perspectiva que nosotros preferimos, multidisciplinar, integradora y emergente, Marrón deja traslucir que la globalización altera los patrones del cambio climático, en el contexto de la lucha de civilizaciones donde el Imperio impera imperator, en tanto las dinámicas sinérgicas de los procesos económicos se conjugan para crear factores que derivan hacia interacciones de mayor o menor síntesis antitética, partiendo de la base de un desarrollo de las causas fácticas que intervienen en el ámbito social, así como en otras esferas de la acción humana, sometiéndose por tanto al análisis riguroso de las mecánicas de desenvolvimiento estructural, donde las funciones se asignan de acuerdo a patrones complejos de variables metodológicas subyacentes en las simbiosis transgénicas de la morfología gramática en sistemas integrados y apocalípticos, donde un avance progresivo de la evolución relativiza el pragmatismo racionalista de quienes afirman la positividad del entorno como factor esencial en la entropía caótica en la concreción del valor.
    Es verdad, es así, así es, está averiguado, y sí por sí, y no por no.
César Luis Bailevsky y Amanda Manganetti

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