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Las noticias científicas no existen. Las
pocas informaciones que llegan a las páginas de los diarios (o a sus versiones
on-line), a las televisiones o a las radios tienen poco o nulo contenido
científico, vienen precedidas o anunciadas por titulares sensacionalistas, y
acaban por ser harto confusas y decepcionantes. (Me refiero a las noticias
puramente científicas, y no a esas otras que entran en los epígrafes de
“ciencia”, pero que son más bien tecnológicas, y que a su vez acaban derivando
en la presentación de nuevos modelos de smartphones
o gadgets para tilingos futu-vintage.)
De modo que podemos leer (o ver, o
escuchar) que existe la teletrasportación, que se curó el cáncer, que se puede
viajar por el tiempo, que descubrieron la panacea universal, que un nuevo
químico permite vivir eternamente, que se puede viajar a Marte en dos horas o
un montón de promesas históricas hechas realidad. También hay un apartado de
noticias (igualmente anunciadas en tono sensacionalista) que apuntan al conventillo
científico: un Fulano echa por tierra las teorías de Einstein; descubren que el
gato de Schrödinger en realidad se escapó por la ventana; un Don Nadie resuelve
el problema matemático más antiguo de la humanidad y deja a los científicos en
ridículo; etc.
En todos los casos, hay un patrón común: la
enorme distancia (un abismo) entre el titular y el cuerpo de la noticia. Para
empezar, lo que se anuncia con bombos y platillos resulta ser algo más modesto
(la teletrasportación acaban siendo dos fotones entrelazados; la cura contra el
cáncer acaba siendo un pequeño éxito con dos ratas de laboratorio; el fallo de
Einstein acaba siendo un matiz en una frase; la resolución al gran problema
acaba siendo un número más en la larga cadena de π…); además, conexión entre el
logro modesto y el titular grandilocuente se pierde en una maraña de
tecnicismos y razonamientos a medio explicar que termina por hacer de la
noticia un texto inextricable.
¿A qué se debe esta situación?
Principalmente, a dos hechos:
1)
Hay cientos de carreras de
periodismo (o similares) que forman a miles de profesionales que son absolutos
ignorantes sobre cualquier materia de la vida y que, por otra parte, no son
educados en la responsabilidad de informar. El resultado son los “pegacables” o
los editores de notas de prensa. Es decir: llega una nota de prensa o un cable
de agencia al medio de comunicación, el periodista lo retoca para ajustarlo al
espacio que le indicó su editor y listo. Cero corroboración, cero verificación,
cero consulta. La actitud del periodista es “no sé ni me importa”.
2)
Si a eso le sumamos que los
científicos (ya sea por ambición o por supervivencia) exageran sus hallazgos
con miras a conseguir más o mejores fondos para proseguir con sus investigaciones,
tenemos la ecuación mortal.
Para comprender mejor esta situación, permítaseme desarrollar el esquema según el cual pasamos de un logro limitado a la cura de todos los males:
a)
un científico consigue una
prueba exitosa en un asunto muy específico (por ejemplo, una vacuna que funcionó
para una cepa de virus específica en una especie de monos en particular);
b)
en las conclusiones, exagera un
poco la importancia del logro para convencer a quienes financian su estudio (el
Estado, una fundación privada, una universidad, una empresa…) de que no tiraron
el dinero y de que vale la pena seguir invirtiendo ahí (en nuestro ejemplo, el
científico dice: “este logro nos permite asegurar que el método podría valer
para todas las cepas”);
c)
el encargado de marketing y/o
comunicación de la institución que financió el estudio, a su vez, prepara una
nota de prensa donde exagera un poco las conclusiones (ya exageradas) del logro
científico, a fin de venderse a los medios y conseguir que su noticia se
publique en detrimento de otras con menos interés (en nuestro ejemplo, el de
prensa desliza que “esto podría suponer un avance hacia la cura de todas las enfermedades infecciosas”);
d)
al periodista, que estaba
mirando videos en youtube cuando lo llamó su editor, le encargan escribir un
artículo sobre un avance en las vacunas; el tipo lee la nota de prensa por
encima y, dado que el espacio para el título no permite poner muchas palabras,
elimina algunos matices de la nota de prensa, por lo que queda escrito: “La cura de todas las enfermedades
infecciosas”; después, como se pierde con los términos técnicos que no
entiende, copia y pega párrafos de la nota de prensa original y solicita una
foto impactante en el archivo fotográfico para llamar la atención del lector.
Si la nota cuenta con espacio en el diario, añadirá, por ejemplo, una
cronología de otros éxitos de la ciencia, haciendo un refrito de historias
pasadas (poliomielitis, viruela, HIV, lo que fuera).
e)
si el medio en cuestión es
particularmente importante, otros medios repetirán la noticia, suponiendo que
el primer medio, en tanto serio y responsable, no va a publicar cualquier cosa.
La noticia se desparrama.
f)
Alguna televisión consulta a su
panel permanente de “expertos” (que tanto opinan de física cuántica como de
biología molecular, redes sociales o inteligencia emocional), que con
ambigüedades y vaguedades dicen: “Habrá que esperar a las primeras pruebas con
humanos, pero desde luego es algo esperanzador”, y con eso siguen empujando la
bola de nieve.
g)
La cosa se desparrama a radios
y páginas de internet poco o nada serias, donde los titulares sensacionalistas
se multiplican por cuatro: “Hallan la cura a todas las enfermedades”. Puede que en algunos casos incluso se
inventen datos o testimonios, empezando a circular leyendas sobre monos de
laboratorios inmortales, oscuras conspiraciones del gobierno estadounidense
para frenar la investigación, lobbies farmacéuticos pagando asesinos para
evitar su ruina, etc.
h)
Y así, de un día para el otro,
estamos todos salvados y no nos vamos a morir nunca. (Hasta la mañana
siguiente, claro, cuando la noticia sobre la peor pandemia del siglo de este
mes nos condene al Apocalipsis.)
3 comentarios:
O bien, como explican en este comic... http://www.phdcomics.com/comics.php?f=1174
Excelente!
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